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Entrevista
‘Sin derechos sobre la tierra no se puede enfrentar la crisis climática’: Elisa Wiener, oficial de la ILC
Esta semana, el mundo se reúne en Colombia para hablar de derechos sobre la tierra en el Foro Global de la ILC.
Elisa Wiener, Oficial de Programas de las Coaliciones Nacionales para el a la Tierra y Juventud Rural. Foto: FAO
El municipio de Ocaña, en Norte de Santander, se convirtió esta semana en la sede del Foro Global de Juventudes por la Tierra, un encuentro internacional que reúne a jóvenes líderes y lideresas de más de 20 países para reflexionar sobre los desafíos actuales del a la tierra y construir una hoja de ruta con propuestas colectivas que serán elevadas al Foro Global de la Tierra, un evento en el que participan más de 800 personas de todo el mundo, entre líderes y tomadores de decisión, que se realizará en Bogotá entre el 16 y el 19 de junio.
La cita hace parte de un esfuerzo articulado de la Coalición Internacional para el a la Tierra (ILC, por sus siglas en inglés), una red global que agrupa a 321 organizaciones en 85 países, representando a más de 83 millones de personas. La ILC ha logrado incidir en la transformación de 52 políticas públicas a favor del y la gobernanza justa de la tierra. Entre sus se encuentran organizaciones campesinas, pueblos indígenas, comunidades afrodescendientes, juventudes rurales, instituciones académicas y organismos intergubernamentales.
Tanto el foro como el preforo de juventudes son posibles gracias al trabajo conjunto entre la ILC y sus en Colombia, entre los que se encuentran la FAO, la Red de Jóvenes del Catatumbo, y Consornoc. También cuenta con el apoyo del Ministerio de Agricultura, la Unión Europea, el Centro de Investigación y Educación Popular (Cinep/PPP) y actores locales como la Diócesis de Ocaña, la Alcaldía, la Cámara de Comercio, la Universidad Francisco de Paula Santander y la Asociación de Municipios del Catatumbo.
De este encuentro saldrá un documento estratégico para la incidencia política juvenil global, basado en cuatro pilares fundamentales: la participación efectiva de las juventudes en los espacios de toma de decisiones; la seguridad y protección de los derechos sobre la tierra; la promoción de sistemas agroalimentarios sostenibles con base en conocimientos tradicionales; y la protección de la biodiversidad frente al cambio climático.
Elisa Wiener, oficial de programas de las Coaliciones Nacionales por la Tierra y de Juventud Rural de la ILC para América Latina y el Caribe, quien ha acompañado desde sus inicios el proceso, explic en entrevista con EL TIEMPO cuáles son los mayores logros del evento y la importancia de fomentar la participación política de los jóvenes en este tipo de espacios.
De acuerdo con Wiener, “sin derechos seguros sobre la tierra no se puede enfrentar la crisis climática, ni transformar los sistemas alimentarios actuales hacia modelos más sostenibles”.
Elisa Wiener, Oficial de Programas de la ILC. Foto:FAO
¿Qué es la ILC y por qué decidieron hacer este preforo en el Catatumbo y luego el foro global en Bogotá?
La ILC es una red muy diversa que agrupa a más de 300 organizaciones a nivel global. En América Latina, contamos con más de 60. Son, principalmente, organizaciones campesinas, indígenas, de pueblos afrodescendientes y de juventudes rurales. Pero también hay oenegés, universidades y aliados intergubernamentales como la FAO. Lo que todas tienen en común es su lucha por los derechos sobre la tierra, especialmente para quienes viven en y de ella.
Nuestro trabajo se centra en promover una gobernanza responsable de la tierra, en la cual quienes habitan los territorios tengan voz y decisión. Creemos firmemente que sin derechos seguros sobre la tierra no se puede enfrentar la crisis climática, ni transformar los sistemas alimentarios actuales hacia modelos más sostenibles. Tampoco se puede hablar de igualdad de género o de inclusión juvenil sin que exista un justo y equitativo a la tierra. Y defender la tierra hoy implica muchos riesgos. Por eso, la protección de defensores y defensoras de derechos territoriales es también un eje transversal en todo lo que hacemos.
Colombia, lamentablemente, es uno de los países con más líderes asesinados por defender su territorio. Esa es una de las razones por las cuales este espacio es tan necesario, y también por la que decidimos realizarlo aquí.
¿Por qué eligieron a Colombia como sede del foro global?
El foro se realiza cada tres años y cambia de continente. El anterior fue en Jordania, donde también realizamos el primer foro global de juventudes. En ese momento, se definió que el siguiente sería en América Latina, y las organizaciones propusieron que fuera en Colombia. Desde entonces, en 2022, empezamos a organizarlo. El país ofrecía un contexto propicio: un nuevo gobierno que, en su agenda, volvió a colocar la tierra como prioridad política.
Esto significó una oportunidad muy valiosa para que el foro tuviera un alcance real, con incidencia y compromiso estatal. El foro no es solo un evento, es un proceso político y social que se construye desde las bases, en alianza con organizaciones sociales, pueblos originarios, la academia y entidades del Estado. La posibilidad de trabajar de manera coordinada con el gobierno fue clave para elegir a Colombia como sede.
Además, Colombia ha manifestado su compromiso con la protección de la biodiversidad y la justicia climática, temas que son también centrales para este encuentro.
¿Por qué el preforo de juventudes se realiza en Ocaña, que es la puerta de entrada al Catatumbo, y qué rol cumple dentro del proceso?
Ocaña es el corazón de una experiencia territorial muy rica. Aquí hay un trabajo consolidado por parte de FAO, Consornoc y otras organizaciones que desde hace años vienen acompañando a jóvenes del Catatumbo en sus procesos. Cuando evaluamos posibles sedes, nos dimos cuenta de que este era el mejor lugar: ya existía un tejido social fuerte, una red de juventudes activa y un compromiso institucional local muy potente.
Contamos con el respaldo de la alcaldía, la diócesis, la Universidad Francisco de Paula Santander, la Cámara de Comercio, la Asociación de Municipios del Catatumbo, entre otros actores. Era un escenario que no solo facilitaba la logística, sino que también tenía un sentido político profundo: escuchar a las juventudes que resisten, proponen y actúan desde uno de los territorios históricamente más golpeados por la violencia y el abandono estatal.
Aquí estamos construyendo una hoja de ruta estratégica, no solo para Colombia, sino para el mundo. Este espacio es la base del trabajo que se va a presentar en el Foro Global en Bogotá.
Participantes del Foro Global por la Tierra de Juventudes que se realiza en el Catatumbo. Foto:FAO
¿Qué contiene ese documento estratégico y cómo se implementará luego del foro?
Es un documento vivo, en constante construcción. Viene gestándose desde hace más de un año con juventudes de diferentes regiones. Se trabajaron prioridades en torno a cuatro grandes ejes: participación juvenil en la toma de decisiones; seguridad en el a la tierra y protección de defensores; sistemas agroalimentarios y conocimientos tradicionales; y crisis climática con enfoque en biodiversidad.
En Ocaña, ese documento ha sido enriquecido con propuestas concretas. Cada grupo de trabajo propuso actividades que pueden implementarse a nivel global, considerando las realidades comunes entre los más de 20 países que están presentes. Ahora lo que sigue es sistematizar esas acciones, validarlas con los jóvenes y llevar una síntesis política al foro en Bogotá.
Allí presentaremos no solo las conclusiones de este preforo, sino también un posicionamiento claro sobre lo que las juventudes exigen y proponen. Este documento servirá de guía para las coaliciones nacionales por la tierra en cada país, que lo adaptarán a sus contextos y lo articularán con las políticas públicas y los procesos de incidencia locales.
¿Cuál considera que ha sido el mayor logro de este foro de juventudes?
Sin duda, el aprendizaje colectivo. La riqueza que se genera cuando jóvenes de diferentes culturas comparten sus experiencias, sus luchas, sus visiones. Ver cómo se reconocen unos en otros, cómo identifican problemáticas comunes —como el despojo de tierras, la criminalización o la falta de implementación de leyes— y entienden que no están solos.
Esa posibilidad de verse en un espejo, de decir “esto también pasa en mi país”, es muy poderosa. Fortalece la identidad colectiva y siembra la semilla para acciones conjuntas. Además, ha habido un gran interés por parte de las juventudes colombianas en aprender de lo que ocurre en otros países, y viceversa. Esa reciprocidad, ese deseo de compartir y construir juntas y juntos, es quizás el mayor logro.
Jóvenes y de la FAO que participan del Foro Global por la Tierra de Juventudes. Foto:FAO
¿Y cuál es el principal desafío que queda por delante?
Sostener la red global de juventudes por la tierra. Mantener la conexión entre todos estos jóvenes que hoy están aquí, que se conocen, que comparten una visión, pero que volverán a sus países con contextos muy distintos. La sostenibilidad de estas redes depende del trabajo desde los territorios y de cómo logramos escalarlo a lo regional y lo global.
También necesitamos más recursos. Tanto para financiar sus propias iniciativas como para garantizar la continuidad de estas redes. La cooperación internacional atraviesa hoy una crisis: muchos fondos se desvían hacia la guerra, se reduce el apoyo a procesos sociales. Por eso, las juventudes reclaman autonomía. Y es una autonomía con un profundo sentido político, especialmente en el caso de las juventudes indígenas, campesinas y afrodescendientes, que tienen una comprensión muy clara de lo que significa la autodeterminación sobre sus territorios.
Ese aprendizaje —el de la autonomía, la organización y la resiliencia— es otro de los grandes aportes de las juventudes colombianas a este proceso global. Y es algo que se lleva cada joven que ha participado en este foro.