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'Nos preocupa que el odio y la polarización crezcan en la contienda política': monseñor Francisco Javier Múnera

El presidente del episcopado habló con EL TIEMPO de las expectativas de la reunión con las ramas del poder.

Bogotá Julio 03 de 2024. Entrevista con Monseñor Francisco Javier Múnera, nuevo presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia. Foto Néstor Gómez - El Tiempo. Bogotá Julio 03 de 2024. Monseñor Francisco Javier Múnera. Foto Néstor Gómez - El Tiempo . Crédito: CEET. Fotógrafo: NESTOR GÓMEZ

Monseñor Francisco Javier Múnera, presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia. Foto: CEET

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PERIODISTA DE CIENCIAActualizado:

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Se espera que la próxima semana se concrete el encuentro, propiciado por la Conferencia Episcopal de Colombia, entre el presidente Gustavo Petro y los representantes de diferentes órganos de la institucionalidad, entre ellos los presidentes de la Corte Suprema de Justicia y la Corte Constitucional, los magistrados Octavio Augusto Tejeiro y Jorge Enrique Ibáñez, el Presidente de la Cámara de Representantes, Jaime Raúl Salamanca, al Procurador General, Gregorio Eljach y a la Defensora del Pueblo, Iris Marín Ortiz.
Una reunión en la que los representantes de la Iglesia católica esperan propiciar el diálogo alrededor de dos temas puntuales: cómo poner la institucionalidad al servicio de los colombianos y el rechazo a todas las formas de violencia. EL TIEMPO habló con el presidente del episcopado colombiano, monseñor Francisco Javier Múnera, arzobispo de Cartagena, sobre las expectativas que tienen sobre este encuentro y las preocupaciones de la Iglesia sobre el odio y la polarización de cara a las elecciones presidenciales.

¿Cuáles son esas expectativas de esa reunión después de esa firma para proceder con esa consulta popular? ¿Ustedes creen que va a cambiar el panorama si van a asistir?

Como Iglesia, lo que queremos y proponemos es un escenario de convergencia: de voluntades, de encuentro entre las distintas orillas políticas en torno a un bien superior, que es el bien del país. Sabemos que existen otros escenarios y que este debe darse en medio de una conflictividad política, con propuestas diversas que provienen de diferentes instancias dentro de la institucionalidad. Sin embargo, si logramos establecer un marco común, con puntos fundamentales para generar diálogo, escucha y una conversación respetuosa, entonces será posible trabajar por el país con menos tensión y angustia.
La conflictividad es parte del ejercicio democrático, parte de una sociedad que busca, que propone, que tiene ideas políticas distintas, con matices que no necesariamente son opuestos ni incompatibles. Por eso, si logramos un espacio de diálogo respetuoso, donde todos pongamos por delante el valor de la paz, la vida, la dignidad humana y los derechos fundamentales, y donde se respete la diversidad de opiniones, entonces podremos avanzar hacia un nuevo escenario. Un escenario donde sepamos manejar nuestras diferencias sin recurrir al lenguaje que destruye, que descalifica, que convierte al otro en enemigo. Quien piensa distinto no es un enemigo.

Tras el decreto que convoca a una consulta popular, ¿los distintos sectores siguen dispuestos a reunirse?

No estoy directamente involucrado en ese proceso de convocatoria. Ese trabajo se teje en filigrana, mediante diálogos muy delicados, confidenciales y profundamente respetuosos con las distintas personas. Algunos pueden sentirse con plena libertad para expresar su disposición a participar o para delegar a alguien de su sector político. Esa parte está siendo manejada directamente por el señor Cardenal, junto con un equipo que cuenta con distintos —digámoslo así— puentes de comunicación. Por mi parte, como presidente de la Conferencia Episcopal, queremos apoyar y respaldar esta iniciativa. Sentimos el llamado, la importancia y la necesidad de fortalecer este proceso de diálogo y encuentro.
Ahora bien, toda la mecánica y logística de este proceso se está organizando con mucho cuidado y respeto, y requiere confidencialidad. Esto es fundamental para que el propósito real del proceso no se vea distorsionado ni se preste a interpretaciones que no corresponden al espíritu que nos anima.
Conferencia Episcopal de Colombia.

Conferencia Episcopal de Colombia. Foto:Néstor Gómez

Pero, ¿sigue en pie la reunión?

Sí, hay un ambiente muy favorable, una gran disposición por parte de todos los actores que están siendo convocados, ya sea de manera directa o a través de personas cercanas. Se está tejiendo, diría yo, una alianza muy valiosa. Creo que esto apunta justamente a eso: a una alianza sencilla pero significativa, que nos lleve a asumir compromisos básicos y fundamentales que nos permitan desarmar el lenguaje agresivo y abrir espacios para la escucha del otro.

¿Cuáles son sus expectativas sobre este encuentro?

Esto también requiere personas con la capacidad de ayudar a serenar los ánimos, a tranquilizar el ambiente. Y, sobre todo, algo muy importante: que se genere un escenario donde todos se sientan cómodos. Yo lo comparo con cuando vamos a la casa de los abuelos. Frente a ellos, todos nos sentimos acogidos, y ojalá también podamos compartir algo que nos permita sentirnos verdaderamente en casa.
Qué bonito sería pensarlo así: un espacio donde todos podamos llevar nuestras propias narrativas, nuestras preocupaciones, y, al mismo tiempo, estar abiertos a escuchar. No necesariamente a los abuelos, porque ellos ya nos han transmitido su sabiduría, sino a los demás, en un entorno donde el respeto sea la base de la conversación.
Y desde ahí, sin poder anticipar exactamente qué surgirá, sí podemos esperar que se abra un camino, un nuevo escenario, nuevas posibilidades. Un espacio para que en Colombia el debate político se dé de forma más constructiva. En el fondo, lo que nos interesa es fortalecer nuestra institucionalidad, nuestra democracia, y trabajar juntos por un proyecto común de país. Porque nuestra causa es Colombia. Aquí no hay interés por ningún tipo de protagonismo, ni siquiera de parte de nosotros como Iglesia Católica. En esa “casa de los abuelos”, si luego el encuentro puede darse en la casa de uno de los hermanos, ¡maravilloso! Lo importante es el encuentro mismo.

¿Cómo ven desde la Iglesia la situación que atraviesa el país y el atentado contra el senador Miguel Uribe?

Este es un momento muy doloroso para el país. Este atentado representa una grave agresión contra nuestra democracia y nuestra institucionalidad. Además, ha golpeado a una figura muy significativa: nos duele la pérdida de un ser humano, de un joven, de una promesa política. Más allá de su orientación política, este hecho duele profundamente. Sin distinción ideológica, se trata de una tragedia que nos afecta a todos. Al mismo tiempo, hemos sido testigos de un gesto hermoso: la inmensa solidaridad que se ha volcado en torno a su esposa, a su familia, y a todos los que lo rodeaban.
Quiero resaltar especialmente algo muy valioso: la fuerza espiritual que tiene Colombia y que se ha manifestado claramente en este momento. Creo que ahí es donde encontramos nuestras reservas morales y espirituales como nación, y confío en que ellas nos protegerán, nos salvaguardarán de caer nuevamente en escenarios de violencia como los que vivimos en el pasado.
Miguel Uribe

Homenaje a Miguel Uribe. Foto:César Melgarejo

¿Le preocupa la polarización y las manifestaciones de odio, de cara a una contienda electoral?

Nos preocupa profundamente que el odio y la polarización crezcan en la contienda política. Nuestro mayor deseo es que eso no ocurra. Colombia necesita sanar heridas. Los colombianos cargamos con marcas y cicatrices de una historia muy dolorosa, marcada por la violencia política, pero también por la violencia social y familiar.
Tenemos ante nosotros un enorme trabajo de reconstrucción, y por eso es tan importante aprovechar lo que mencionaba antes: esa reserva espiritual, esa piedad profundamente arraigada en el pueblo colombiano. No solo en el ámbito católico, sino también en otras denominaciones religiosas, e incluso en quienes no profesan una fe determinada. Todos, de una u otra manera, compartimos una reserva moral y espiritual que debemos rescatar y poner en el escenario, para que no sean el odio, la polarización ni la descalificación los que dominen el debate político.

¿Le preocupa que desde el Gobierno se estén dando manifestaciones que atizan el fuego?

Si. Debe existir el compromiso de que en lugar de avivar más la hoguera, debemos sacar tizones de ella, es decir, reducir la tensión, desescalar el conflicto. Esa debe ser nuestra tarea común como colombianos. Este compromiso involucra a todos los líderes, en todos los niveles: desde los gremios, la academia, los sectores económicos, la sociedad civil, las iglesias y las diferentes denominaciones religiosas. Y, por supuesto, hay una responsabilidad mayor que recae sobre los partidos políticos y sobre los tres grandes poderes del Estado: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Todos los actores tenemos una enorme responsabilidad. Y especialmente quienes hoy tenemos mayores responsabilidades institucionales o sociales, debemos responder con mayor conciencia y compromiso hacia el país.
Monseñor Luis José Rueda

Monseñor Luis José Rueda Foto:Nestor Gómez

¿Cómo podemos salir de esta situación de odio y polarización?

Hay que respirar. Es decir, hacer el esfuerzo consciente de superar nuestros instintos primarios. Esto comienza desde la vida familiar: en el lenguaje verbal, en el lenguaje no verbal, en lo que decimos y compartimos en redes sociales. Debemos hacer un llamado a no reaccionar simplemente desde la indignación visceral. Necesitamos tomarnos un tiempo para respirar, para pensar, para sentir, para hablar… pero, sobre todo, para reflexionar antes de reaccionar, antes de hablar y antes de actuar. Creo que necesitamos pedagogía de la escucha, del diálogo, de la empatía, que nos enseñe a entrar en el mundo del otro. Y, sobre todo, debemos aprender a eliminar de nuestro lenguaje todos aquellos calificativos que destruyen a la persona.
ALEJANDRA LÓPEZ
REDACCIÓN VIDA DE HOY

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