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Una joya de la carrera Séptima en Bogotá revive: Iglesia de Las Nieves recupera su rostro centenario
El Instituto de Patrimonio Cultural lidera la intervención para conservar uno de los templos más antiguos.
Reparacion de la Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves en el centro de Bogotá. Foto: Milton Díaz/CEET
En la Bogotá colonial, cuando la ciudad apenas crecía hacia el norte, un miembro del ejército de Gonzalo Jiménez de Quesada y entonces alcalde ordinario, Cristóbal Ortiz Bernal, decidió levantar una ermita en honor a la Virgen María. La advocación elegida fue Nuestra Señora de las Nieves, y la imagen, proveniente de Sevilla (España), llegó en 1568. Sobre esa fundación temprana se levanta hoy uno de los templos más emblemáticos de la capital: la Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves.
Con el paso de los años y ante el vertiginoso crecimiento de la población, el arzobispo Zapata de Cárdenas tomó la decisión de crear dos nuevas parroquias para descentralizar la atención religiosa. El 23 de marzo de 1585 se estableció oficialmente la parroquia de Las Nieves al norte de la ciudad, en lo que entonces era el final de las construcciones, sobre el camino a Tunja.
Este templo es el segundo más antiguo de Bogotá, después de la Catedral Primada. Tiene una carga histórica y simbólica enorme dentro del paisaje urbano de la carrera Séptima, y por eso lo seleccionamos como una prioridad dentro del programa
El templo ha sido testigo de siglos de historia, pero no ha estado exento de desgracias. El terremoto de 1917 comprometió gravemente su estructura, lo que llevó a su demolición cinco años después. A partir de allí se inició su cuarta reconstrucción, esta vez con un diseño completamente transformado e inspirado en la arquitectura bizantina, acorde con el estilo religioso republicano. El proyecto fue diseñado inicialmente por el sacerdote y arquitecto francés Juan Bautista, y finalizado por el arquitecto colombiano Arturo Jaramillo.
Hoy, la iglesia mide 64 metros de largo, 27.5 de ancho y tiene una nave central de 15 metros de altura. El altar mayor se destaca con columnas en espiral, un púlpito tallado en madera y vitrales de gran valor artístico. Sin embargo, toda esta riqueza simbólica y material ha estado en riesgo por el abandono, el paso del tiempo y la presión del entorno urbano.
Esta es una de las iglesias más antiguas de Bogotá. Foto:CEET
Por eso, desde 2023, los expertos del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC) iniciaron un proceso integral para recuperar su fachada. La intervención hace parte del Programa de Conservación de Bienes de Interés Cultural del Distrito, y se ha centrado exclusivamente en el exterior del inmueble, ya que, según la normativa urbana, las fachadas son componentes del espacio público.
Mildred Tatiana Moreno Castro, coordinadora del equipo de intervención de fachadas del IDPC, explica: “Este templo es el segundo más antiguo de Bogotá, después de la Catedral Primada. Tiene una carga histórica y simbólica enorme dentro del paisaje urbano de la carrera Séptima, y por eso lo seleccionamos como una prioridad dentro del programa”.
Un trabajo arduo
La intervención no ha sido sencilla. Diego Martín, arquitecto conservador del mismo equipo, detalla que el trabajo se ha centrado en detener el avance del deterioro causado por factores biológicos, químicos y humanos. “Estamos haciendo limpiezas especializadas para remover biodeterioro, graffitis, manchas por micciones, depósitos de basura y otros daños que afectan el ladrillo y la piedra. También consolidamos los materiales, y aplicamos un mortero de sacrificio que protege la fachada sin sellarla, permitiendo su respiración natural”, precisa.
Queremos que la ciudadanía entienda que el patrimonio no se conserva solo con cemento y herramientas. También se necesita respeto, apropiación y conciencia. Esta es una iglesia viva, con parroquianos, con historia, con presente
El daño no solo ha sido estructural, sino simbólico. El uso indebido de los muros como baños públicos y la falta de cultura ciudadana han convertido esta joya arquitectónica en una víctima silenciosa del descuido colectivo. Para ello, el equipo trabaja también desde lo social, con una profesional encargada de acercarse a la comunidad, explicar el proceso y generar conciencia sobre la importancia del cuidado patrimonial.
Personal experto realiza las reparaciones. Foto:Milton Díaz/CEET
La brigada de restauración está conformada por ocho personas —entre maestros y auxiliares— con más de siete años de experiencia en restauración de patrimonio. A ellos se suman seis profesionales: un arquitecto restaurador, una arquitecta residente, un profesional en seguridad laboral, una profesional social, un arquitecto de apoyo y la coordinadora.
Su labor no solo es técnica, sino también pedagógica: se han realizado recorridos ciudadanos, encuentros con feligreses y divulgación en redes para fomentar el cuidado del templo. “Queremos que la ciudadanía entienda que el patrimonio no se conserva solo con cemento y herramientas. También se necesita respeto, apropiación y conciencia. Esta es una iglesia viva, con parroquianos, con historia, con presente”, asegura Moreno.
Uno de los principales desafíos ha sido la consolidación de las piedras afectadas por sustancias corrosivas. Las sales derivadas de la orina, por ejemplo, generan reacciones químicas que disgregan la piedra y la deslaminan. La capa de protección aplicada por el IDPC —a base de cal y arena— actúa como una barrera reversible: protege sin sellar y puede retirarse sin dañar el material original.
La restauración no busca cambiar el aspecto actual del templo, sino conservar su identidad. Por eso se respetan los tonos originales: gamas de beige y rojo cobrizo que hacen parte del imaginario urbano bogotano. Aunque ya no se distingue el color original del campanario, el objetivo es mantener una coherencia cromática con el interior.
Detrás de esta labor también hay procesos istrativos complejos. El inicio de la intervención requirió permisos ante el Ministerio de Cultura, pues la iglesia está dentro del Plan Especial de Manejo y Protección del centro histórico. Además, se elaboró un documento técnico con el registro de daños, recomendaciones y protocolos de mantenimiento que se entregará a la parroquia para su gestión futura.
La iglesia Las Nieves está ubicada sobre la carrera Séptima. Foto:CEET
El padre Ciro, actual párroco, ha sido una figura clave para facilitar el proceso. Su compromiso con la restauración ha permitido articular esfuerzos entre la Iglesia y las entidades públicas. “Es una corresponsabilidad. Desde el Instituto aportamos los recursos técnicos y humanos, pero la sostenibilidad depende de que el inmueble sea cuidado también desde adentro”, señala Moreno.
Aunque no se ha cerrado el costo definitivo, se estima que la intervención tendrá un valor entre 50 y 70 millones de pesos, a cargo del IDPC. El proceso ha revelado daños imprevistos, como capas de pintura no autorizadas que deben ser retiradas manualmente, o huecos dejados por la pérdida de piedra.
La intervención terminará este mes pero el trabajo del Instituto continuará en todo el barrio Las Nieves, como parte de un plan mayor para recuperar la carrera Séptima. “Queremos que la Séptima vuelva a ser un espacio digno. Que los ciudadanos levanten la mirada, que recuerden que aquí hay historia viva. Esta iglesia no es una postal: es una parte esencial del alma de Bogotá”, concluye Diego Martín.