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Entrevista
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‘Las comunidades cercanas a la mina de Cerro Matoso son las que hacen la veeduría ambiental con nosotros’
Joyce Nessim, gerente de asuntos públicos de Cerro Matoso, explica las iniciativas de sostenibilidad de la minera.
Cerro Matoso lleva 43 años operando en Colombia extrayendo y procesando ferroníquel en el departamento de Córdoba. En la foto Joyce Nessim, gerente de asuntos públicos de la compañía. Foto: Cerro Matoso
En los 43 años de operación que lleva en Colombia, la minera de ferroníquel, Cerro Matoso, ha intervenido al menos 900 hectáreas para la extracción de minerales en dos yacimientos ubicados en Córdoba. Según explica Joyce Nessim, gerente de asuntos públicos de la compañía, en términos de magnitudes, dicho impacto es pequeño, si se considera que en los últimos años la operación ha entregado más de 1.000 hectáreas a las comunidades cercanas para desarrollar proyectos productivos y porque, además, la compañía practica minería selectiva, es decir que no requiere de grandes cantidades de material para extraer el recurso.
En entrevista con EL TIEMPO, Nessim explica cómo Cerro Matoso ha impulsado procesos de participación ambiental que incluyen a las comunidades como veedoras de lo que sucede en su entorno, a través de una iniciativa denominada como ‘gestión ambiental participativa’, que en esencia no es más que incluir a las comunidades en la revisión de los impactos mineros que genera la operación en sus territorios.
Joyce Nessim, gerente de asuntos públicos de Cerro Matoso. Foto:Cerro Matoso
Además, advierte que desde el inicio de sus operaciones tienen claro que la mina tendrá un cierre, y para permitir que este tenga el menor impacto posible lo que buscan es dejar “un legado productivo” en la región, a través del acompañamiento a proyectos agrícolas sostenibles como cultivos de cacao y plátano; la siembra de más de 696.000 árboles nativos a través de un vivero comunitario que ofrece servicios a otras empresas además de ellos; y la formación técnica con el Sena para el desarrollo de emprendimientos. Esos, dice la directiva, son solo algunos de los pilares de su estrategia de cierre minero responsable.
Para Nessim es claro que si bien la mina no estará para siempre dentro del territorio, su presencia sí debe generar desarrollo para los habitantes de la región e impulsar nuevas oportunidades al tiempo que se mitiga el impacto ambiental.
¿Qué es la gestión ambiental participativa y cómo la implementa Cerro Matoso?
Desde hace unos diez años comprendimos que el trabajo ambiental debía hacerse con las comunidades vecinas. Creamos un programa de participación ambiental que incluye formación técnica en la toma de muestras y lectura de datos, con apoyo de universidades del departamento. Estas comunidades ahora hacen veeduría ambiental: acompañan, interpretan y comunican los resultados a su gente. Eso ha fortalecido la confianza y el sentido de pertenencia.
Cerro Matoso es una mina que produce níquel en el municipio de Montelíbano, departamento de Córdoba. Foto:Cerro Matoso
Es decir, que la comunidad es la que hace veeduría y revisión de lo que está pasando ambientalmente en su territorio…
Exactamente. Lo que hacemos es precisamente que ellos sean parte de todo este proceso y con eso generar unos espacios de diálogo mucho más fuertes y una mejor confianza entre lo que está haciendo Cerro Matoso: Pero sobre todo generamos un tema de pertenencia, porque al fin y al cabo ellos hacen parte de ese territorio y la cuando uno tiene un desconocimiento eso crea mucho más dudas, mucha más desconfianza. El hecho de entender los datos y trabajarlos en conjunto ha hecho que nosotros podamos tener una relación un poco más ‘de tú a tú’, en el sentido de que todos hablamos el mismo idioma.
¿Cuál ha sido el impacto territorial de Cerro Matoso en sus más de 40 años de operación?
Nuestra huella minera es de aproximadamente 900 hectáreas. Para ponerlo en perspectiva: hemos donado más de 1.000 hectáreas a comunidades vecinas para proyectos productivos. En cuanto a cobertura, en nuestra operación central hay 15 comunidades cercanas, y en la nueva operación de Planeta Rica, diez comunidades más.
La producción de ferroníquel de Cerro Matoso es un 100 % para exportación. Foto:Cerro Matoso
¿Cómo abordan el cierre minero, especialmente en zonas como Planeta Rica?
Para nosotros, el cierre no es un punto final, sino un proceso que debe comenzar desde ya. Todo nuestro enfoque social busca dejar capacidades instaladas. Por ejemplo, impulsamos proyectos productivos como cultivos de cacao y plátano con aliados como Nacional de Chocolates. También apoyamos la educación superior, incluso en áreas no relacionadas con minería, y trajimos al Sena para formar en oficios con vocación regional. La idea es que las comunidades puedan prosperar cuando Cerro Matoso ya no esté.
¿Cuál es el rol del ferroníquel en la transición energética?
Nuestro ferroníquel actualmente se usa sobre todo en la fabricación de acero inoxidable, esencial para turbinas eólicas, es solares, entre otros. Es decir, ya estamos aportando. No obstante, sí estamos estudiando la posibilidad de transformar el mineral para que sea apto para baterías. Por ahora, es una línea en desarrollo.
Con apoyo de un vivero comunitario, Cerro Matoso ha logrado sembrar más de 696.000 árboles. Foto:Cerro Matoso
¿Qué es la minería selectiva y cómo la aplican?
Tenemos una huella menor porque nuestra operación es altamente selectiva. Extraemos solo lo necesario, lo clasificamos por calidad, y lo procesamos de manera eficiente.
¿Qué visión de futuro tienen para Cerro Matoso?
Nuestra sostenibilidad se basa en cuatro pilares: salud y seguridad, buen relacionamiento comunitario, equilibrio ambiental y retorno económico tanto para la casa matriz como para Colombia. Nos mueve la idea de que muchas personas —trabajadores, proveedores, comunidades— dependen de esta operación. Nuestra meta es que el legado de Cerro Matoso se sienta en la vida cotidiana, no solo en cifras.
Cerro Matoso extrae y transforma el mineral en Colombia. Foto:Cerro Matoso
¿Qué ejemplos concretos existen de emprendimientos comunitarios apoyados por la empresa?
Uno de los más destacados es Pisadas Zenú, una empresa comunitaria que surgió tras un acuerdo con la comunidad de Centroamérica, en Puerto Libertador. Ellos hacen reforestación con árboles nativos cultivados en viveros gestionados por mujeres cabeza de hogar. Además, todo el proceso está georreferenciado y documentado. Hoy, esta empresa compite con otras del sector, y ha inspirado a más comunidades a emprender servicios similares, incluso para otras compañías mineras. Con historias como la de Pisada Zenú, Cerro Matoso demuestra que más allá de lo que extrae del suelo, puede sembrar raíces firmes en el tejido social de Córdoba. Porque cuando una mina entiende que su mayor riqueza está en la gente, entonces sí empieza a hablar el mismo idioma del territorio.